Tenemos que hablar. Tengo que hablar.

Hay una cosa de la que apenas hablo y nunca he hablado por aquí y ya va siendo hora de que me abra un poco más. Esa cosa de la que tengo que hablar es una persona. Una persona que ha estado a mi lado desde que tengo uso de memoria. Podría estar hablando de alguien de mi familia, pero no es el caso, aunque he llegado a considerarla parte de ella. Y aunque no nos una el ADN, nos une algo, incluso más fuerte, la amistad.

A medida que he ido creciendo he ido obteniendo diferentes amistades según por las etapas que he ido pasando. Con ella, siempre hemos sido siempre amigas y según por las etapas en las que nos encontrábamos eramos una mala influencia para otra, no entendáis mal, unas veces una daba el paso a la locura mientras la otra la seguía y viceversa.

Esa persona tuvo dos opciones, quedarse junto a mi, o irse y seguir con su vida. Todavía sigue eligiendo la primera opción, incluso después de ver mi lado más oscuro, de conocer todas mis manías, mis secretos. Me sonríe y me ayuda en cualquier plan que tenga en mente, da igual que sea un plan pésimo, porque he comprobado por muchos años que los planes con ella no son ni buenos ni malos, son nuestros (un buen ejemplo es observar la entrada anterior, especialmente la fotografía, fue ella quién la hizo y me pintó, sin ella no estaría esa entrada). Y a día de hoy, no encontrado nadie como ella, a veces creo encontrar la conexión pero solo es cuestión de tiempo para comprobar que es una amistad efímera. Me pregunto si esto es bueno o es malo, qué sé yo. Lo único importante es que he encontrado a una persona tan especial que me es difícil expresarlo. Llámanos mejores amigas, hermanas, compañeras, o simplemente llámanos Ana y Helena. Porque eso es lo que somos, dos personas que se encontraron en el camino y decidieron recorrerlo juntas.

No sé si he podido explicar lo que ella es para mi, y si no lo he conseguido quédate con esto: 

 Ana se ha convertido en una parte más de mi, la parte luchadora.