Entradas

Mostrando entradas de 2017

Confesiones de última hora.

Hace mucho tiempo dejé de sentir. No fue algo de la noche a la mañana, fue algo planeando fríamente. Olvidaría cada sentiemiento, bueno y malo. Me ardía el pecho y no podía continuar. Sé que para algunos una vida sin sentimientos no es vida, que no podía hacer eso. Lo hice. Olvidé mis tinieblas y mis paraísos.  Todo tiene un precio, mi precio fue dejar de escribir. Poco a poco fuí deshaciéndome de todo lo que me pesaba y qué libre me sentí. Pero también vacía.  Como he dicho dejé de escribir y cómo estarás viendo ahora mismo estoy escribiendo. Sí, he vuelto. Hacía mucho tiempo que no lloraba entre frases. Lo que nunca he explicado es que cada punto que te dejo para respirar son horas de lágrimas para mi. Menos mal que ya no puedo mojar el papel. ¿Sabes? Era una faena volver a escribir todo porque había dejado un mar de tinta sin querer. Me estoy dejando llevar pero hacía mucho que no lo hacía y tú que no me veías hacerlo. Fueron dos pequeños corazones los que hicier

A mis compañeros de vida.

Quisiera tener una colección privada de estrellas en mi habitación. Y no salir de allí para poder quedarme hablando sobre lo raro que es vivir. No quiero que existan los amaneceres para que la noche pudiera guardar mi cuarto en un suave manto de eterna paciencia. Pero nunca tengo lo que quiero. Esas estrellas están desperdigadas por todo el mundo, hace mucho que no paso por mi habitación y ni siquiera saludo a la noche porque solo vivo tras el amanecer. Y aún siendo cosciente que no tengo lo que quiero, sé que algún día me reuniré con esas estrellas en mi habitación y por tan solo un segundo nos sonreiremos sabiendo que a pesar de todo aún nos queremos. Por muy lejos que esté de mi habitación.

El momento se acerca.

Hace un tiempo tomé una decisión guiada por el dolor que tenía dentro de mi. La decepción pasaba todos los días por mi casa y yo era incapaz de decirle que se marchara. Fue cuando me dije a mi misma que me iría y no volvería. Está claro que lo que falló fue que había puesto demasiadas expectativas, esperaba demasiado de demasiadas personas. Y eso me llevó a mi propio sufrimiento y la constante pregunta de: ¿Por qué? La verdad es que tenía miedo de volver a aquellas sombras oscuras que en un tiempo pasado me acechaban. No quería caer y no saber levantarme. Me engañé a misma pensando que mis metas estaban lejos de aquellas personas a las que, en el fondo, quería. Así fue como volví a cometer un error. Y es que aunque este lejos y puede que en un futuro también lo esté, siempre hay un momento para volver a casa y ver a aquellos que me dieron, dan y darán la vida. Por qué aunque sé que soy mucho sin ellos también no sería nada sin ellos. He aprendido a tomar pausas de las

Que se pare el tren.

¿Cuántas veces habéis dicho que se pare el mundo que os quereís bajar? ¿Y de todas esas cuantas verdaderamente os habéis parado? Llega un día en el que no puedes más, necesitas que la vida se pare, aunque sea solo unos segundos. Y aunque lo necesites como el comer, no paras. Y continuas a pesar de que tu cabeza te dice que no, tú, ahí, arrastrándote hasta el final. Pero, ¿cuál es final? No lo sabes, ¿verdad? No eres un cobarde si quieres bajarte del tren alguna vez, y menos aún si lo haces. Yo lo hice y mírame, ¿me ves mal? Me pasaba de todo y no me pasaba de nada. Estaba arrastrándome sin saber que hacer. Hasta que un día vi mi oportunidad de bajarme y no me lo pensé dos veces y lo hice. Y aquí estoy, a miles de km de mi hogar viviendo un parón. No hay palabras que puedan describir lo aliviada que me siento al haber tenido la oportunidad de huir de todo y poder pensar más tranquilamente las cosas. Porque la vida va muy rápido y las personas hacen que vaya a más velocidad

La delgada línea entre lo real y un sueño.

Hace unas semanas, conocí a una mujer. La conocí a través de en un sueño. Todo empezaba yo andando tranquilamente por una especie de bosque tétrico, en el cual yo seguía un sendero apenas marcado que poco a poco se hacía más pendiente. Había una espesa niebla que me hacía tropezar de vez en cuando con alguna rama o esperaba que lo fuese, ya que apenas veía más que sombras de lo que parecía un bosque. Y aún así, yo por alguna razón andaba y andaba como si supiera hacia donde me dirigía, pero la verdad es que no lo sabía. Y en ese lento andar los árboles desaparecieron y yo empezaba a medio correr y medio escalar la parte más empinada de lo que parecía una montaña. En el último momento antes de llegar a la cima, me paré bruscamente para volver a aquel lento caminar. En ese momento, fue cuando apareció la Luna brillando como nunca había visto brillar, daba la impresión de que su luz luchaba contra aquella niebla. Mis pasos se dirigían hacia esta, lentamente, sin prisa, como si supiera

Librémonos de las ataduras.

Una de las cosas de vivir por primera vez en una ciudad diferente a la que te has criado toda tu vida es que no puedes evitar compararla una con la otra. Y aunque son muchas las diferencias, hay una especialmente curiosa para mi. En esta ciudad veo más personas que se han perdido en sus cabezas, que explotan en mitad de una multitud y no les importa que los demás los miren. Por desgracia la gran mayoría los califican de locos e intentan no acercarse mucho a ellos. La verdad es que para  mi el término de la locura no lo tengo tan claro como para juzgar a estas personas. Los motivos por los que estos individuos andan por las calles causando el desconcierto pueden ser muy variados: Una relación que no fue bien, el tiempo gris, el trabajo o simplemente un día no pudieron estar más tiempo sentados conteniendo todo en su interior. No me importa cual sea la causa de ese comportamiento y tampoco creo en que haya que ayudarles con la excusa de que están fuera de lo normal . ¿Son ellos o no

Mi propia historia.

Imagen
Ese café azul que nos encontramos en un paseo improvisto dio pie a que la imaginación volara libre. Y aunque nunca llegasemos a sentarnos para comprobar lo que se sentía al observar el suave movimiento de un mar a punto de querer congelarse, en el fondo sabíamos la historia que se formaba alrededor de ese ambiente. Una historia que no he querido hacerla realidad hasta un mes después. ¿El motivo? No estaba lista, necesitaba pensar si era lo suficientemente valiente para escribir una historia jamás contada. Y la verdad, no sé si ahora estoy lista pero para qué demorarse más. Saltemos al vacío. En un mar con vistas al pueblo vivía una niña que portaba dulces cabellos de oro. Y aunque a simple vista parecía como todos los demás niños pocos sabían de sus peculiares gustos. Desde que aprendió a caminar le gustaba hacer excursiones con su padre, disfrutaba la naturaleza como si fuera un valioso regalo, uno que debía mantener vivo. Su lugar favorito era aquel reflejo del cielo donde iba sie

Amorodio.

¿ Se puede odiar a una persona que quieres? Me pregunto. Y al preguntármelo pienso en qué es querer para mi y si de verdad quiero a esa persona que me pide ahora que no la odie. Cualquiera me diría que me tomase tiempo para recapacitar. Esas son las mismas personas que dicen que la vida son tres días y vamos por el segundo. Entonces,  ¿ qué hago?  ¿ Corro o ando despacio? Siempre me he tomado mi tiempo para saborear cada cosa que se me pone en las narices y ahora ansío librarme de estos sentimientos tan confusos entre ellos para poder seguir disfrutando de mi completa normal y extensa locura interior. Y ahora,  ¿ qué hago con esta situación?  ¿ La paro o la dejo pasar? Y si la dejo pasar,  ¿ la estoy parando? Creo que en mi cabeza se va formando poco a poco una conclusión. La verdad es que no puedo odiar a una persona por cómo es. Y aunque más tarde niegue estas palabras, amo a las personas por sus rarezas e imperfecciones. Qué le voy a hacer si decidí querer lo oscuro de este

La vida.

Dulces campanas sonaban a lo lejos mientras ella caminaba. Caminaba como si supiera lo que iba a hacer a continuación porque pensaba que el mundo le prestaba atención. Pero qué ingenua era porque ni yo soy capaz de recordar su nombre. Vivió una larga vida sin parar un segundo a escuchar esas campanas. Y qué infortuito que no lo hiciera porque si hubiera parado no habría tenido una larga vida pero al menos la habría vivido.

Todo el mundo guarda un secreto.

Quieras o no un día decidirás guardarte algo en tu interior y no contárselo a nadie. Pondrás mil piedras encima de ese secreto. Bueno o no, no querrás decirlo. Y a medida que pase el tiempo las piedras se irán acumulando una a una. Algunas piedras serán grandes y lisas, otras pequeñas y llenas de fisuras. Y eso será lo que vea la gente, piedras de todos los tamaños y colores que han ido encajando entre ellas para formar una bella imagen. Al final olvidarás ese secreto que te atormentaba y tú también te fijarás en la bella imagen que forman las piedras sobre ti. No estoy diciendo que este comportamiento este bien o no, simplemente digo que esto les pasa a todo el mundo. Y cuando miras a otra persona solo puedes ver esas piedras que han ido cayendo lentamente sobre ella, y a partir de estas formarás tu opinión. No nos engañemos. Nunca veremos el secreto más oculto de alguien, porque ni uno mismo sabe cuál es el suyo propio. Y aunque intentes colarte por los pequeños pasajes que