La delgada línea entre lo real y un sueño.

Hace unas semanas, conocí a una mujer.
La conocí a través de en un sueño.

Todo empezaba yo andando tranquilamente por una especie de bosque tétrico, en el cual yo seguía un sendero apenas marcado que poco a poco se hacía más pendiente. Había una espesa niebla que me hacía tropezar de vez en cuando con alguna rama o esperaba que lo fuese, ya que apenas veía más que sombras de lo que parecía un bosque. Y aún así, yo por alguna razón andaba y andaba como si supiera hacia donde me dirigía, pero la verdad es que no lo sabía. Y en ese lento andar los árboles desaparecieron y yo empezaba a medio correr y medio escalar la parte más empinada de lo que parecía una montaña. En el último momento antes de llegar a la cima, me paré bruscamente para volver a aquel lento caminar. En ese momento, fue cuando apareció la Luna brillando como nunca había visto brillar, daba la impresión de que su luz luchaba contra aquella niebla. Mis pasos se dirigían hacia esta, lentamente, sin prisa, como si supiera lo que iba a pasar, como si estuviera listo para lo que iba a ver.

Cuando por fin llegué arriba, vi a aquella mujer de espaldas a mi, dando la impresión de estar hablando con la Luna. Llevaba un vestido largo y blanquecino que jugaba con la suave brisa de la niebla. Creí escuchar que le decía algo pero antes de que pudiera dar un palso en falso, vi que su enorme melena negra se giraba ante mi para mostrarme aquel rostro descompuesto en llanto. Me tendió un brazo para que la ayudara. Y aunque yo quería correr hacia ella, me quedé parado sin mover ni un músculo. Fue cuando, poco a poco, comenzó a arder en el más absoluto silencio y yo me desperté de ese sueño que parecía tan real.

Esta mañana cuando me he levantado he vuelto a recordar este sueño que había conseguido olvidar días atrás. He intentado no hacer caso e intentar seguir el día tal y como lo había planeado. Pero para mi sorpresa, cuando he ido a mirar el correo he encontrado una nota sin remitente pidiéndome ayuda  y por alguna extraña razón sé que es de ella y sé que esta noche la volveré a ver.
A pesar de todas las dudas que puedo tener, la única que me importa es:
¿La podré salvar?

Comentarios

Lo más leído

La vuelta hacia delante.

Regalos, regalos, regalos...

¿Egoísmo o cobardía?