Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2017

El momento se acerca.

Hace un tiempo tomé una decisión guiada por el dolor que tenía dentro de mi. La decepción pasaba todos los días por mi casa y yo era incapaz de decirle que se marchara. Fue cuando me dije a mi misma que me iría y no volvería. Está claro que lo que falló fue que había puesto demasiadas expectativas, esperaba demasiado de demasiadas personas. Y eso me llevó a mi propio sufrimiento y la constante pregunta de: ¿Por qué? La verdad es que tenía miedo de volver a aquellas sombras oscuras que en un tiempo pasado me acechaban. No quería caer y no saber levantarme. Me engañé a misma pensando que mis metas estaban lejos de aquellas personas a las que, en el fondo, quería. Así fue como volví a cometer un error. Y es que aunque este lejos y puede que en un futuro también lo esté, siempre hay un momento para volver a casa y ver a aquellos que me dieron, dan y darán la vida. Por qué aunque sé que soy mucho sin ellos también no sería nada sin ellos. He aprendido a tomar pausas de las

Que se pare el tren.

¿Cuántas veces habéis dicho que se pare el mundo que os quereís bajar? ¿Y de todas esas cuantas verdaderamente os habéis parado? Llega un día en el que no puedes más, necesitas que la vida se pare, aunque sea solo unos segundos. Y aunque lo necesites como el comer, no paras. Y continuas a pesar de que tu cabeza te dice que no, tú, ahí, arrastrándote hasta el final. Pero, ¿cuál es final? No lo sabes, ¿verdad? No eres un cobarde si quieres bajarte del tren alguna vez, y menos aún si lo haces. Yo lo hice y mírame, ¿me ves mal? Me pasaba de todo y no me pasaba de nada. Estaba arrastrándome sin saber que hacer. Hasta que un día vi mi oportunidad de bajarme y no me lo pensé dos veces y lo hice. Y aquí estoy, a miles de km de mi hogar viviendo un parón. No hay palabras que puedan describir lo aliviada que me siento al haber tenido la oportunidad de huir de todo y poder pensar más tranquilamente las cosas. Porque la vida va muy rápido y las personas hacen que vaya a más velocidad

La delgada línea entre lo real y un sueño.

Hace unas semanas, conocí a una mujer. La conocí a través de en un sueño. Todo empezaba yo andando tranquilamente por una especie de bosque tétrico, en el cual yo seguía un sendero apenas marcado que poco a poco se hacía más pendiente. Había una espesa niebla que me hacía tropezar de vez en cuando con alguna rama o esperaba que lo fuese, ya que apenas veía más que sombras de lo que parecía un bosque. Y aún así, yo por alguna razón andaba y andaba como si supiera hacia donde me dirigía, pero la verdad es que no lo sabía. Y en ese lento andar los árboles desaparecieron y yo empezaba a medio correr y medio escalar la parte más empinada de lo que parecía una montaña. En el último momento antes de llegar a la cima, me paré bruscamente para volver a aquel lento caminar. En ese momento, fue cuando apareció la Luna brillando como nunca había visto brillar, daba la impresión de que su luz luchaba contra aquella niebla. Mis pasos se dirigían hacia esta, lentamente, sin prisa, como si supiera